viernes, 12 de abril de 2013

GRANADA Y SU PROVINCIA POR FERROCARRIL

Por J. Antonio Díaz 

(Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino)


No hace muchos días, ojeando la prensa matutina, pude leer un buen artículo que conminaba al Sr. alcalde de Granada a buscar el acuerdo acerca del sitio donde se deberá de ubicar la futura estación de tren de la capital para que ésta pueda albergar la próxima llegada del AVE. Sin lugar a dudas, leer la noticia de que la llegada de la alta velocidad a Granada está próxima, me produce una gran satisfacción. No por ello, esta buena noticia ha estado, está, ni estará exenta de polémica. Parece ser que los diferentes representantes de las instituciones no se ponen totalmente de acuerdo del lugar más adecuado donde se ha de ubicar la estación de tren en la ciudad de la Alhambra. Para unos, la mejor ubicación es la actual estación de "Andaluces", para otros sería en otro lugar de Granada; el caso es que, sea como sea, el AVE llegará a Granada. ¡Espero que más pronto que tarde! porque ello va a significar la notable mejora de las comunicaciones entre Granada y el resto de España, y por ende, Andalucía Oriental quedará mejor conectada ferroviariamente hablando con el resto de la nación.

Polémica siempre ha habido, siguiendo las acertadas palabras del profesor Titos Martínez: "En 1865 se terminó el tramo entre La Bobadilla y Antequera y al año siguiente el de Loja a Granada. Pero la construcción de las vías entre Loja y Antequera se hizo esperar ocho años. Los problemas financieros de la compañía de Ferrocarriles Andaluces, la falta de rentabilidad de las líneas, las dificultades orográficas del terreno que exigían la construcción de puentes como el de Loja y el de Riofrío y las dificultades para la expropiación que dio el Marqués de Salinas, demoraron la construcción de la línea, lo que obligaba a los viajeros a un engorroso transbordo en diligencia entre Loja y Antequera".
Como podemos ver con los dos ejemplos que he puesto, el primero actual, el segundo histórico; la polémica y la discusión siempre ha estado y está servida cuando se trata de acometer grandes obras para mejorar las infraestructuras. Sabemos que la política y los políticos son los que hacen posible que éstas se lleven a cabo, pero los políticos han de asesorarse con los mejores equipos técnicos para poder optimizar al cien por cien los recursos económicos que tenemos. Por cierto, recursos que han sido gestados gracias a la aportación de todos los ciudadanos de este país. Por ello, cuando hablamos de recursos públicos, los debemos de administrar con sumo cuidado, de la forma más rentable posible y siempre atendiendo a los informes que los técnicos –que son los verdaderos especialistas en la materia− elaboren como parte del asesoramiento que han de tener los políticos.
Las comunicaciones ferroviarias son esenciales para el desarrollo de esta tierra, de Granada, de su provincia, de Andalucía Oriental. Es por ello, por lo que no me deja de sorprender que las distintas cuestiones ferroviarias originen tanta polémica entre los políticos. Antes hemos puesto el ejemplo de la que se está creando en Granada con la llegada del AVE. Ahora vamos a ver la que hay creada con la realización o no –que no se sabe con total seguridad− de la línea Guadix-Baza-Lorca. Esta línea fue desmantelada, por orden del Ministerio de Fomento del gobierno socialista de Felipe González, el 31 de diciembre de 1984; con esta infausta actuación de triste memoria, al norte de la provincia de Granada y a la cuenca del Almanzora (Almería) se le despojó del tren, una comunicación necesaria que esta magnífica tierra perdió, condenándola así al "ostracismo" industrial y al paulatino empobrecimiento. Esta tierra es una zona rica, que durante el último tercio del siglo XIX y casi todo el XX, experimentó su mayor época industrial, de la cual, en la actualidad, no nos queda nada más que el recuerdo, las fotografías antiguas y las historias que nos cuentan nuestros abuelos. El negocio del esparto que la familia inglesa Macfarlane-Mcmurray explotaba en Cúllar y el altiplano de Huéscar, la fábrica azucarera "Nuestra Señora de las Mercedes" de Caniles, las minas de hierro de Serón, las canteras de mármol de Macael –es el único recurso que a día de hoy se sigue explotando pero con un alto coste en materia de transporte porque no tienen los trenes mercancías que antes discurrían por los raíles de la antigua vía−, el transporte de viajeros... Los argumentos que el gobierno de turno dio para eliminar esta vía fueron tan sencillos como paupérrimos, "la falta de rentabilidad". Normal que no fuera rentable una línea que desde el último tercio del siglo XIX (época de su construcción) no se había modificado ni mejorado. Si esta línea hubiese sido modificada, modernizada, adecuada a los nuevos tiempos que iban aconteciendo, al igual que el resto de líneas férreas de España que siguen en funcionamiento, ésta estaría en funcionamiento y a pleno rendimiento. Como reza un viejo refrán castellano: ¡entre todos la mataron y ella sola se murió! Ahora, parece ser, que el Ministerio de Fomento a través del PITVI contempla la reactivación de la misma, es decir, la devolución a esta tierra de lo que por legítimo derecho propio le pertenece, el tren. Sin lugar a dudas, sería una de las más nobles actuaciones que el gobierno podría hacer. Pero créanme, amables lectores, cuando les digo que para esto, como para lo anterior, las polémicas no ayudan. Lo mismo de beneficioso sería que, aprovechando el proyecto del corredor ferroviario Mediterráneo, se hiciera la tan necesaria línea Granada-Motril y, por supuesto, que al Ministerio de Fomento ni se le "pase por la cabeza" el posible cierre de la línea Granada-Linares-Baeza.
Granada y Andalucía Oriental merecen estar perfectamente comunicadas por ferrocarril, nadie discute que el tren es el medio de transporte terrestre más seguro que existe. El tren es símbolo de modernidad y desarrollo, justamente dos valores que queremos, deseamos y anhelamos para nuestra tierra. A modo de conclusión, me gustaría que la clase política de este país –como he mencionado anteriormente− aprendiera la filosofía dieciochesca de Jovellanos basada en el "amor público". Otro ministro Ilustrado de origen murciano, el conde de Floridablanca, llegó a afirmar: "Las obras públicas son la verdadera medida de la civilización de las naciones; dondequiera que el hombre ve campos bien cultivados, poblaciones bien construidas, caminos que venciendo mil obstáculos de la naturaleza proporcionan el más cómodo tránsito..., allí hay aplicación, leyes, costumbres, amor al trabajo, verdadera civilización y todas las bendiciones del cielo". Estos proyectos ferroviarios para Granada, a día de hoy, no son más que un sueño, sin embargo, no me gustaría que este sueño siguiera la filosofía de Calderón de la Barca: "...y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son". Ojalá este deseo en un futuro próximo no sea un sueño, sino una sólida realidad.

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